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Jill Price - La mujer que no puede olvidar

miércoles, 30 de junio de 2010

El caso de Jill Price asombró a los científicos. Desde los ocho años no ha podido olvidar nada.

Nació en Los Ángeles - California - EE.UU. en 1965 y su caso se conoció en el año 2006 por medio de la revista Neuroscience.

Posee una memoria autobiográfica extraordinaria que le permite recordar todos y cada uno de los días de su vida desde que era una niña.

Su cerebro funciona de una manera completamente diferente a la que se conocía hasta el momento.

Un día cualquiera de junio del año 2000, Jill estaba buscando en Internet alguna información sobre otras personas que les sucediera lo mismo que a ella y aquel día encontró la página web de James McGaugh, que es un experto en neurociencia especializado en el aprendizaje y la memoria. Le envió un email y le explicó su caso y su sorpresa fue que en tan sólo 90 minutos, el experto le respondió diciéndole que estaba interesado en conocer su caso y a ella en persona.

McGaugh se mostró un poco escéptico al principio, algo que era normal porque hasta ese momento no se había conocido algo similar. Conforme fue tratando a Jill, se dio cuenta de que su habilidad no era normal y sobre todo, que era auténtica.

En febrero de 2006, después de llevar más de cinco años entrevistándose con Jill, McGaugh y su equipo publicaron el artículo en la revista explicando el caso y ocultando la identidad de Jill, mostrando sólo sus iniciales "AJ".

Se refirieron al síndrome de Jill como "hipertimesia", que viene del griego "hyper", "superior a lo normal" y de "thymesia", "memoria".

Como era normal, a los pocos días la historia de Jill saltó a la prensa nacional y de allí a la televisión, siendo entrevistada por la cadena NPR. Un editor identificó a Jill, identificándola y localizándola. Cerraron un acuerdo y publicaron un libro ene l que Jill contaría su propia historia con su nombre verdadero.

Desde aquel momento, Jill se convirtió en un fenómeno mediático, saliendo en los programas y cadenas principales de la televisión norteamericana.

Según le había comentado a McGaugh, Jill decía que el recuerdo más temprano que conservaba es de ella misma estando en la cuna cuando tenía entre 18 y 24 meses, despertándose asustada por los ladridos del perro de su tío.

También recordaba el nacimiento de su hermano, cuando todavía no tenía los cuatro años.

La memoria de Jill con esa edad estaba dentro de lo normal, pero a los ocho años, con la mudanza de su familia a Los Ángeles, empezó a notar los cambios.

Ella misma reconoce que aquella mudanza le supuso un trauma y sin quererlo comenzó a obsesionarse por la vida que estaba dejando atrás. Empezó a hacer listas de amigos y pasaba mucho tiempo mirando las fotos de su antigua casa, no paraba de pensar en el pasado.

Los expertos creen que existe la posibilidad de que ese trauma podría haber provocado cambios permanentes en el cerebro de Jill.

La misma Jill dice que a partir de aquella mudanza sus recuerdos comenzaron a ser más claros. Un día mientras estudiaba con su madre se dio cuenta de que podía recordar muy vivamente los detalles del curso anterior y algunas fechas exactas, en aquel momento tenía 12 años.

Jill recuerda muchos días del período de su vida que va desde los 8 a los 13 años, pero no puede recordar cada uno de ellos y tiene que hacer un gran esfuerzo para que esos recuerdos surjan.

Empezó a escribir un diario a los diez años y según los expertos, este es un buen método para recordar más de cada día, porque además de crear un registro tangible obliga a reflexionar, pero el caso de Jill y su diario se fue convirtiendo en una obsesión por anotar cosas porque de otra manera no las podía mantener en su cabeza. Aunque rara vez ha vuelto a revisar el diario, hasta los 34 años estuvo escribiendo un total de 50.000 páginas.

Fue a partir de los 14 años, en 1980, cuando sus recuerdos empezaron a ser "automáticos", su memoria comenzó a ser extraordinaria y capaz de recordar su vida con gran precisión, aunque le pasa también con el resto de asuntos.

En la escuela tenía las mismas dificultades que los demás a la hora de memorizar las fechas de historia, aprender aritmética o recordar palabras nuevas de algún idioma extranjero, no destacó especialmente en sus estudios, pero todavía hoy día es capaz de recordar a cada uno de sus profesores de la guardería.

Ella describe sus propios recuerdos como escenas de películas familiares en cada uno de los días de toda su vida y los ve constantemente en su cabeza. Aunque esté hablando con alguien, al mismo tiempo puede estar viendo cualquier escena de su pasado.

Lo que le pasa es algo parecido a mirar un dos televisores a la vez o una misma pantalla partida en dos, viendo dos canales diferentes a la vez. En uno de los lados estaría el presente y en otro el pasado, en el que su memoria va saltando de un momento a otro, de manera incontrolada, hacia delante o hacia atrás.

Jill admite que no puede detener su propia memoria, porque ésta funciona de manera automática y descontrolada, por lo que tampoco sabe cual será el próximo recuerdo, ya que simplemente aparecen en su cabeza.

Cuando alguien menciona un nombre o una fecha o cuando escucha una canción en la radio, esos recuerdos vuelven, aunque ella no los quiera recordar o le de lo mismo hacerlo, simplemente su mente revive ese instante viéndolo "tal y como lo veía ese mismo día", después salta a otro recuerdo y de ahí a otro y así sucesivamente.

Pero lo que le pasa a Jill no siempre es instantáneo, ella misma provoca este proceso algunas veces, porque también puede recordar lo que quiera a voluntad. Ella misma reconoce que hace un tiempo solía pasar muchos de esos días pensando en fechas y viendo los días.

Jill dice que muchos recuerdos le proporcionan ánimos y seguridad, pero que en otros casos le sucede todo lo contrario. Algo que podría parecer un regalo para cualquier persona (que no lo vive) no es así. Por ejemplo a la hora de recordar todos sus errores o decisiones equivocadas, además de esas situaciones en las que no se quiso ver involucrada, esas que son desagradables o embarazosas. Por ello, no considera su habilidad como una bendición, sino como una maldición a la que debe muchos años de depresión por tener estos recuerdos.

También influye la incomprensión de los demás, algo que agravó su situación personal. A la gente le resulta imposible entender lo que sucedía en la cabeza de Jill y cuando ella intentaba explicarlo, por ejemplo a sus padres, como le "asaltaban" sus recuerdos, ellos tampoco la entendían. Su madre le decía que no le diera tantas vueltas a las cosas.

Jill tampoco se entendía a sí misma y comenzó a guardarse esos recuerdos y su problema para sí misma.

Fue al conocer a McGaugh y su equipo cuando Jill recibió el tipo de ayuda que necesitaba. Ellos la ayudaron a ver las cosas de otra manera, a entender su propia vida y el papel tan poderoso que jugaba la memoria en la vida de las personas, así como a construir la propia percepción que tenemos de nosotros mismos.

La gente "normal" selecciona muchos recuerdos para construir su propia biografía, pero también lo hace con los olvidos. Ese proceso va evolucionando como lo hace la imagen que tengamos de nosotros mismos, pero Jill no puede hacer eso, dentro de ella están todos sus "yos", de todos los días de su vida.

Pese a los estudios de los científicos, no han podido encontrar una explicación definitiva para la sorprendente memoria de Jill. En los escáneres cerebrales parece que algunas partes de su cerebro son tres veces más grandes de lo habitual, estas áreas son el "núcleo caudato" y una parte del lóbulo temporal, que es la encargada de almacenar las fechas, hechos y eventos.


Según los investigadores, esas dos áreas podrían estar trabajando juntas en el caso de Jill y de una manera que se desconocía hasta la fecha, lo que ha convertido en automático hacer de cada detalle del día un nuevo recuerdo.

Esas dos áreas están relacionadas con los trastornos obsesivo-compulsivos. El cerebro de Jill tiene un cierto parecido con el de las personas que sufren este tipo de trastornos.

Según McGaugh, el coleccionar y acumular cosas son dos de los síntomas más claros de ese tipo de trastornos y no cree que sea una mera coincidencia la afición por el coleccionismo de cosas y el de recuerdos que presenta Jill.

Pero no se han encontrado diferencias en otra área del cerebro esencial para el aprendizaje y la memoria autobiográfica, que es el hipocampo. Sin el hipocampo no se podría hacer pasar los recuerdos de la memoria a corto plazo a la de largo, una de las funciones del sueño durante el cual el hipocampo vuelve a revivir la actividad diaria es precisamente mejorar esta consolidación de información.

Además, otra de las teorías que han intentado explicar la memoria autobiográfica tan extraordinaria de Jill sostiene que ella podría ser mucho mejor que la media manteniendo recuerdos, pero que también sería mucho peor que los demás porque bloquea su recuperación.

"Nos hemos obsesionado tanto con la memoria que hemos demonizado el olvido" dice Gayatri Devi, psiquiatra de Nueva York experto en memoria. "Pero si olvidáramos, recordaríamos todo tipo de información de nuestra vida y nos ahogaríamos en un mar de ineficiencia".

Normalmente los recuerdos de un acontecimiento singular son fáciles de recordar porque son guardados en la memoria de larga duración con conexiones a muchos otros. Pero, ¿Que pasa con todos esos días de nuestra vida y ratos perdidos?, sencillamente no crearon en nosotros una impresión lo suficientemente duradera o fueron sobrescritos en nuestro cerebro por otras experiencias similares de tal manera, que es difícil recuperarlos.

Según los científicos, el cerebro parece que está programado para olvidar todo aquello que no parece importante y esos hechos o eventos cotidianos o recurrentes, compiten entre sí por ser recordados. Los recuerdos tienden a superponerse, combinarse y desaparecer por razones que hoy día se desconocen, además de que la memoria humana no es perfecta y está sujeta a la distorsión y la contaminación.

Aparecieron muchos casos a partir de Jill, pero sólo se pudieron confirmar científicamente tres de ellos, que al contrario de Jill, su memoria no les supone ningún tipo de tormento. Son tres hombres zurdos y presentan la misma tendencia compulsiva a coleccionar cosas que Jill.



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